-Aquí todos estamos locos. Yo estoy loca. Tú estás loco. - ¿Cómo sabes que yo estoy loco? - Tienes que estarlo, o no habrías venido aquí.

miércoles, 26 de octubre de 2011

Tan simples

Decadente pensamiento al querer observar por una mirilla y ver que somos, y es que la vida nos regala la excitante y misera duda del 'ahora', aún con la certeza de estar obligados a agachar la cabeza y asumir. Tal vez exista la probabilidad de una cobardía
Sugerido universo de crecimiento artístico y personal.

Fin de la historia.

Atrapada en el éxtasis de la nada.

Desvanece.

Reflexiones tristes llevan al lento descenso hacia esta locura. 
Olvido del respirar, 
mis ojos desisten al pestañeo continuo, 
deja explícita la razón de un lento bombeo del débil corazón otorgado.
Despertaba el día,
yacía mi ser.
Remembranza de tus besos,
impugna mi marcha si no obligándola,
haciendo de mi apocado paso,
un atroz abandono a ti.
Despertaba la noche,
yacía mi ser.

Y un poema de Alfred Tennyson que leyó en la ceremonia de despedida al difunto Edgar Allan Poe.


Destino que una vez negaste,
Y envidia que una vez lo despreciaste,
Y malicia que lo contradijiste,
Cenotafio sois ahora de su fama.


sábado, 15 de octubre de 2011

viernes, 14 de octubre de 2011

Solo por amor

Descubriendo cuentos en viajes eternos de tren. Y aquí uno de tantos increíbles.

'Cuentos para pensar' de Jorge Bucay.

-Solo por amor-

Camino por mi camino.Mi camino es una ruta con un solo carril, el mío.
A mi izquierda un muro eterno, separa mi camino del camino de alguien que transita a mi lado, del otro lado del muro.
De vez en cuando en este muro hay un agujero, una ventana, una hendidura… y puedo mirar hacia el camino de mi vecino o vecina.
Un día mientras camino, creo ver, del otro lado del muro, una figura que pasa a mi ritmo, en mi misma dirección.
Miro esa figura: es una mujer, es hermosa.
Ella también me ve. Me mira.
La vuelvo a mirar.
Le sonrío… y me sonríe.
Un momento después ella sigue andando su camino y yo apuro la marcha porque espero ansiosamente la próxima oportunidad de cruzarme con esa mujer.
En la próxima ventana me detengo un minuto.
Cuando ella llega, nos miramos a través de la ventana.
Parece tan encantada conmigo como yo con ella.
Le digo por señas lo mucho que ella me agrada.
Me contesta por señas. No sé si significan lo mismo que las mías, pero intuyo que ella entiende lo que quiero decirle.
Siento que me quedaría un largo rato mirándola y dejándome mirar, pero sé que mi camino continúa…
Me digo que más adelante en el camino, habrá seguramente una puerta y quizás pueda yo cruzar a encontrarme con ella.
Nada da más certeza que el deseo, así que me apuro por encontrar la puerta que imagino.
Empiezo a correr con la vista clavada en el muro.
Un poco más adelante la puerta aparece.
Allí está del otro lado, mi ahora deseada y amada compañera, esperando, esperándome.
Le hago un gesto, ella me devuelve un beso en el aire.
Me hace una seña como llamándome. Es todo lo que necesito.
Emprendo contra la puerta para reunirme con ella, de su lado del muro.
La puerta es muy estrecha, paso una mano, paso el hombro, hundo un poco la panza, me retuerzo un poquito sobre mí mismo, casi consigo pasar mi cabeza pero mi oreja derecha se queda trabada.
Empujo.
No hay caso, no pasa.
Y no puedo usar mi mano para torcerla, porque no podría poner ni un dedo allí…
No hay espacio para pasar con mi oreja, así que, tomo una decisión…
(Porque mi amada está allí, y me espera…).
(Porque es la mujer que siempre soñé y me llama…)
… Saco una navaja de mi bolsillo y de un sólo tajo rápido, me animo a darme un corte en la oreja para que mi cabeza pase por la puerta.
Y tengo éxito, mi cabeza consigue pasar…
Pero después de mi cabeza, veo que es mi hombro el que queda trabado.
La puerta, no tiene la forma de mi cuerpo.
Hago fuerza, pero no hay remedio, mi mano y mi cuerpo han pasado, pero mi otro hombro y mi otro brazo no pasan…
Ya nada me importa, así que…
Retrocedo, y sin pensar en las consecuencias, tomo envión y fuerzo mi paso por la puerta.
Al hacerlo, el golpe desarticula mi hombro y el brazo queda colgando como sin vida, pero ahora, afortunadamente, en una posición tal que no puedo atravesar la puerta…
Ya casi… casi, estoy del otro lado.
Justo cuando estoy a punto de terminar de pasar por la hendidura, me doy cuenta de que mi pie derecho se ha quedado enganchado del otro lado.
Por mucho que fuerzo y me esfuerzo, no puedo pasarlo.
No hay caso, la puerta es demasiado angosta para que mi cuerpo entero pase por ella.
Demasiado angosta, no pasan mis dos pies…
No lo dudo. Estoy ya casi al alcance de mi amada.
No puedo echarme atrás… Así que, agarro el hacha, y apretando los dientes, doy el golpe y desprendo la pierna.
Ensangrentado, a los saltos, apoyado en el hacha y con el brazo desarticulado, con una oreja y una pierna menos, me encuentro con mi amada.
Le digo:
- Aquí estoy. Por fin he pasado. Me miraste, te miré, me enamoré. He pagado todos los costos por ti… Todo vale en la guerra y el amor. No importan los sacrificios… valían la pena si eran para encontrarse contigo… para poder seguir juntos… juntos para siempre…
Ella me mira, se le escapa una mueca y me dice:
- Así no, así no quiero… A mí me gustabas cuando estabas entero.

martes, 4 de octubre de 2011

Excitante y dulce blues

-La ceniza de mi cigarrillo cae mejor, al ritmo del blues.

Deja caer su delgado cuerpo en la añorada cama que aún vacía podía ver, pero le encantaba.
Los pies le palpitan al compás de la última canción que sonó en el nuevo bar de copas que eligió como final del punto de partida.
Despeinada y con restos del carmín rojo que tan locas volvía a todas aquellas almas desquiciadas que deseaban probarlo.
Se quita los zapatos de su joven madre y mirando al techo enciende un cigarrillo. Esta vez era de los caros, un regalo de un Señor que esta noche enamoró.
Le gusta recordar las canciones.
Son los años 50 y acaba de descubrir las preciosas notas que forman el blues.

Sus caderas tanteaban las miradas bajo la repetitiva batería del nuevo grupo que tocaba esa madrugada. La melodía del saxofón le erizaba la piel, a los desconocidos espectadores, ella.
No había nada como salir sola y querer ser luego acompañada. A pesar de su aún joven edad, sabía del poder de una mujer, o de su espantosa belleza. Y se aprovechaba de ello, pues su mayor diversión a demás de bailar al son, era la seducción. Detrás de aquellas letras, ella podía excitar.
Volvía locos incluso a los jefes de los locales que ya tan vista la tenían, pero aquel movimiento tan particular, pasando los dedos entre su negra media melena, acompañándolo con los gruesos labios que mordía a la vez.
Se sentía importante, deseada, envidiada por mujeres que luego serán engañadas, a la vez un cero a la izquierda. Aparecía y desaparecía de los bares, dejando un rastro con su peculiar olor, y su hermosa presencia. Todos sabían quién era aquella preciosa joven o desdichada.

Suspira expulsando el humo que le queda en los pulmones de tan larga calada, y mirando al techo...
-"Sweet Sin" ¿me llaman Sweet Sin?...-entre risas-. Estúpidos!
Dejó en boca su "nombre" hasta en el último bar de Chicago.

Dormida por el cansancio, los parpados tapaban poco a poco los negros ojos que acompañan a su piel excesivamente morena y suave. El cigarrillo se consume entre sus dedos cayendo así la ceniza bajo un ritmo de blues.